Entre héroes y tumbas volaba Don Ernesto
“Las modas son legítimas en las cosas menores, como el vestido. En el pensamiento y en el arte son abominables.”
Me gusta pensar que los hombres de ciencia y los artistas, parecen compartir algo. En sus búsquedas reside un sentimiento primitivo de lo sagrado, mezcla de horror y fascinación. Como el hombre que por primera vez contempla el fuego, sabe que es poder y también dolor.
Nacido en Rojas (Provincia de Buenos Aires) el 24 de Junio de 1911, fue el décimo hijo de once en total, él mismo diría después que su nombre le resultaba extraño, ya que lo recibió de su anterior hermano, que había muerto al poco de nacer. Cursó sus estudios secundarios y universitarios en La Plata. En 1929 ingresó a la Facultad de Ciencias Físico-Matemáticas. Durante su época de estudiante militó en el comunismo, llegó ser elegido Secretario General de la Juventud Comunista. Esto desemboca en un hecho que abre una marca que, en forma de ficción autobiográfica, se puede leer en algunos de sus textos, especialmente en Sobre Héroes y Tumbas, la persecución, el sentimiento de estar acechado por fuerzas poderosas y crueles, la paranoia. La dura actitud de Stalin planteó en Sábato serias dudas acerca de la doctrina ¿Cómo pensar en una idea humanista y salvadora si cada “enemigo” era reducido, si cada paso del gigante ruso era destructivo y aleccionador? El partido decidió enviarlo a Moscú, a las Escuelas Leninistas, para que se “purificase”. Antes de su destino viajó a Bruselas, allí se enteró con detalles de los terribles procesos de Moscú. Decidió huir hacia París, allí vivió durante un tiempo escondido, temiendo represalias, sabiendo que gente del partido lo buscaba.
Estos hechos, entre otros, causaron en Sábato crisis existenciales, que fueron fundamentales para que se volcara con fervor a la literatura. Particularmente me pasó, como lector, algo que consideré llamativo. Ingresé al mundo de la narrativa Sábato leyendo Sobre Héroes y Tumbas, supe inmediatamente que tenía en mis manos uno de esos libros que son el compendio de las emociones humanas, de los matices más contrapuestos, en sus páginas luchan la furia y la calma antes de la furia. Y allí también convive aún el hombre de ciencia, esta vez su objeto de estudio parece ser la experiencia humana. Cuando la releo descubro cada vez que sus personajes se me hacen insoportablemente reales; Martín y su patética ingenuidad, Alejandra y sus cambios incomprensibles, hasta el final; Bruno, Fernando y ese capítulo aparte que es Informe Sobre Ciegos y un conjunto de personajes tan necesarios para sostener esa trama.
Es cierto, Sábato escribió otras cosas antes y después, ya anciano tuve algunos desencuentros con sus ideas y su decepción, me pareció quejoso. La única vez que lo vi en persona su gesto era el de un hombre que tuvo, como decía él mismo, una existencia muy compleja. Ahora que se ha ido pienso en el escritor, en el hombre que quizá haya tenido que pagar mucho por conocer el secreto del fuego. O nada más acercarse a él y sentir el calor, que es signo de ruina y también regeneración. Quizá la próxima vez que me encuentre con sus palabras sienta que ahí habita una profunda fe en el hombre, y sus quejas sean sólo un reproche que se le hace a un niño travieso.



