Entrevista a Luis Felipe "Yuyo" Noé

Un agente de Caos

Un artista se va haciendo en su obra, pero la obra no es cada cuadro. Es todo, es el viaje.

Yuyo Noé

En el silencio blanco del Centro Cultural Contegrand estallan dos pinturas inmensas, en formato mural (pero no tanto) y uno asiste como espectador privilegiado al final de ese estallido de la pintura que Luis Felipe Noe, Yuyo, un maestro de la pintura argentina, ha provocado.

Al acercarnos, sobre todo al mural que se llama “Nos estamos entendiendo”, nos damos cuenta de que lo primero que allí ha estallado, lo que falta, lo que ya no está, es el marco. Sería imposible o barroco –una de las formas de la imposibilidad- contener a estos fragmentos en un marco. Esa posibilidad se esfuma, y con ella, algunos prejuicios sobre la pintura de caballete.

Desafiar los límites en la pintura.

Es como desafiar los límites dentro de cualquier cosa, es romper prejuicios.

Caminar, transitar, recorrer físicamente estas pinturas, como rutas para el ojo, pero también para el cuerpo entero. Descubro que estas pinturas tienen algo de ese paisaje que corre desde las ventanas de un tren. La misma sensación confusa de no saber si es uno o lo que se ve a través del cristal lo que está en movimiento. La misma ensoñación: no saber, el caos del mundo circulando libremente en la delicada órbita de nuestros ojos.

La gente tiende a confundir el concepto de “caos” con el de desorden. Las categorías orden y desorden son del campo de lo estático, es decir: dejo la casa ordenada, a mi gusto y me voy, vuelvo y está hecha un despelote. Entraron de por medio los ladrones o la policía, que para el caso es lo mismo. Pero son situaciones: ordenado, desordenado. Caos no es sinónimo de desorden, caos es un orden muy difícil de pescar, pero es un orden subyacente al tiempo siempre permutándose.

Ese berenjenal me interesa, porque es el berenjenal de la historia donde estamos metidos.

La estática velocidad
La estática velocidad

Yo creo que en este momento estoy encarando bien, por primera vez, lo que yo entiendo por caos. Porque no es necesario romper el plano, porque uno arma un despelote, ¿no?, y uno saca una foto del despelote y lo reduce al plano. Entonces hay que entender todo el conglomerado del plano, como si uno armara una foto de algo que está en permanente cambio. Por eso esta obra se llama La estática velocidad, porque la pintura es un arte estático; y velocidad, porque es una cosa que no se pesca en un instante, tenés que verlo, recorrerlo, descubrirlo, y eso, es todo un tiempo que a su vez es una acumulación de tiempos internos. Por eso yo creo que con esta obra es donde mejor he logrado mi búsqueda del caos, pero igual creo que me importa mucho todavía ese tema: fijar lo permanentemente en cambio es lo que me interesa.

Yo no creo tanto en la inspiración, creo más en algo que alguien llamaba "estado de trabajo". El estado de trabajo es la musa. Creo que uno va siendo con su obra, y entonces es como uno se ve en el espejo. En distintas épocas nos vemos distinto.

¿Me gusta todo lo que veo en estos murales? No todo, o acaso, no todo con la misma intensidad. Es que son obras complejas, obras como resúmenes de obras, pero el problema es que algunos de esos resúmenes parecen provenir del futuro de Yuyo, y no de su pasado. Cambio la pregunta: ¿Me pueden gustar cosas que vienen de otro tiempo, de un tiempo por venir?

Yo, como audiencia de la obra del pintor, ¿el pintor piensa en mí como destino de su obra?

Absolutamente no. Las audiencias se crean, y se crean de pura casualidad. Vienen y te dicen: -¡Ah!, esto me gusta-, entonces decís: -Acá tengo uno-, y otro te dice: -Me parece una porquería- y bueno, ése no entra al club.

Estas pinturas que vienen en parte del futuro estuvieron exhibidas en la Bienal de Venecia. Daniel Birnbaum, Curador General de la Bienal de Venecia (2009) dispuso como ejes principales para ese año: “Proximidad del proceso de producción”, “Relación con artistas clave de otras generaciones” y “La exploración del dibujo y de la pintura”.

Todos esos conceptos parecían encajar con la obra de Yuyo, quien bien pudo haber enviado cómodamente algunas de sus producciones anteriores, pero eligió, en cambio, realizar estos dos murales nuevos. No se apoyó en sus laureles, no durmió en sus premios. Premios que, para nosotros, los despremiados de la vida, son muchos.

No crean que haya recibido tantos. He recibido premio al conjunto de mi obra. Premio a una obra específica, no tanto. Porque trato de no mandar a concursos o salones, mandé algunas veces, pero pocas. Por lo general no mandaba porque no se puede jugar con la vanguardia, a portarte mal y que por otro lado te estén premiando, y yo no quería producirles orgasmos de placer a una cantidad de tipos en rechazarme, por lo tanto, me abstenía. Los premios que he tenido son más bien a la trayectoria. Y no pienso que influyan en mis obras, porque es como si a un toro le das un premio y ni se da cuenta.

Experimentado voyeur, Yuyo juega a navegar las tumultuosas aguas de la historia del arte. Se sumerge en ellas, se nos pierde de vista, y al emerger de esas aguas, nos muestra una idea que trae entre sus manos. En sus ojos brilla algo de picardía. ¡Un striptease muchachos! Grita, con alegría feroz, ¡allí abajo hay un striptease! Y recuperamos algo que dice sobre el arte abstracto: “es como un striptease del arte figurativo”.

Yuyo durante la entrevista.
Yuyo durante la entrevista.

Uno sabe que hubo pintura siempre, pero la historia de la pintura comienza en el Renacimiento. A mí me interesa esa especie de limitación del concepto de pintura desde el concepto de la historia, donde dice qué es la pintura, definida y asociada con una cantidad de elementos que son renacentistas, y formas representacionales del Renacimiento y de contenidos literarios. Sin embargo, cuando comienzan el manierismo y el Barroco, es reivindicar la pintura por sí misma, por sus materiales y sus propias cosas. Y eso se va acentuando más o menos hasta el momento en que aparece el Romanticismo, que es donde surge también el modelo literario de la pintura, y empieza a entenderse cada vez más la pintura en tanto procedimiento en sí mismo, con lo cual comienza a emparentase como conciencia de arte más a la música, o sea, a puntos de referencia propios, más allá del relato. Y ahí comienza el striptease, por ejemplo, una mujer que se agarra el corpiño: “Me lo saco, no me lo saco, me lo saco, no me lo saco” y...¡pap!, se lo sacó, pero subrayó como importante eso que luego se iba a sacar. Entonces creo que la cantidad de etapas en la historia del arte son así. Por ejemplo: el impresionismo significó el abandono de la impresión, porque el post-impresionismo no tiene nada de impresión, es el puntillismo, Cezanne, Van Gogh, o sea, ya es otra cosa; así van los procesos. El expresionismo era la aceptación del ‘yo’ y en realidad era el hartazgo del ‘yo’, porque de ahí nace Kandinsky y es como superar el ‘yo’.

Así se va produciendo cada vez más el striptease, donde cada vez es menos, menos, menos, porque se van sacando las cosas, hasta que creo que la crisis termina en 1965 con el arte conceptual. Y acá estamos, paralizados, creo que desde el 65 hasta ahora ha estado como en stand by, pero creo que ahora es distinto. Va a empezar una orquestación de todo, no de abandono, sino de sumatorias, que es más coherente con el mundo actual, que es una sumatoria de cosas, ¿no?, pero utilizando todas las experiencias.

Parece que el tiempo pasó de otra manera mirando estas pinturas, porque noto que en las ventanas ya no está la luz de la tarde. Ha oscurecido, y un amable guardia me dice que el lugar está por cerrar. ¿Tanto tiempo pasó? Extraño, pero probable. He pensado cosas extrañas mientras las miraba una y otra vez. Pensaba en cómo estas pinturas fueron interpretadas en Venecia como metáfora de la tierra recorrida por canales, pero también pensaba que la inestabilidad, el inquieto fulgor de estos colores hablaban acá en San Juan de nuestra inestabilidad. Creí notar que algunas de estas formas, temblaban.

Se puede pensar en el misterio de cómo una obra va buscando su lugar y en cómo la obra de Yuyo no dice lo mismo expuesta en San Juan (tan precario y sísmico), que expuesta en Venecia. Anoche me fui pensando muchas cosas después de ver la obra, pensando en qué sería de estas obras que requieren tanto tiempo y tanta acumulación de cosas y que ahora están en un lugar frágil y precario como San Juan.

¡Ah!, puede ser. Cuando yo hago una exposición, por lo general, siempre hay un cuadro que es la vedette, pero llevando la exposición a otro lugar, la vedette es otra. Puede ser, la mirada acá es diferente de otros lugares. Ésta obra tan grande y compleja son 2 bastidores, uno de 6,50 metros y otro de 4,50 metros que hace un total de 11 metros de ancho, es muy delicado porque donde se divide el bastidor, como el método es papel pegado sobre tela, lo que en Francia llaman: malouflage, está disimulado ese límite con papeles que se adhieren.

Aunque, espero que a esta obra mientras esté en San Juan, no le pase nada.

Las risas cortaron, generando un humilde eco en el silencio de la temprana noche. Se había instalado allí, en el Contegrand, el dueño del caos.

Y todo guardaba un silencioso orden.

Yuyo y su esposa
Yuyo y su esposa